Stephen Hawking

 



Stephen Hawking ha sido más que un científico. Ha sido un icono.

No ha sido por sus contribuciones a la comprensión del Universo, aunque han sido importantes, que se ha convertido en el científico más famoso de su generación. Ha sido también por sus obras de divulgación de la cosmología, que le sitúan como el autor de ciencia más vendido del mundo. Y sobre todo por cómo decidió vivir su vida al máximo pese a tener una enfermedad neurológica degenerativa que le hurtó primero la capacidad de caminar y después la de hablar, pero nunca la de pensar, de maravillarse ante la grandeza del Universo y de indignarse por las injusticias en la Tierra.

En un mundo lleno de adversidades, Hawking ha sido un referente: un ejemplo de superación que, pese a sus predicciones apocalípticas sobre el futuro de la humanidad, transmite un mensaje de esperanza.

Empecemos por sus contribuciones científicas. “Mi objetivo es sencillo. Es una comprensión completa del Universo, por qué es cómo es y por qué existe”, declaró Hawking. Su primer gran avance llegó a finales de los años 60 cuando llegó a la conclusión, a partir de las ecuaciones de la teoría de la relatividad general de Einstein, de que el Universo se inició con una singularidad, es decir, una región de curvatura infinita en el espacio-tiempo.

A partir de 1973, aplicó la física cuántica al estudio de los agujeros negros. En contra de la opinión dominante en la época, demostró que los agujeros negros no eran pozos de los que nada pueden escapar sino que deben emitir un tipo de radiación que ha sido llamada radiación de Hawking.

El estudio de los agujeros negros permitió a Hawking explorar un terreno desconocido de condiciones extremas en el que confluyen la teoría de la relatividad y la física cuántica, las dos grandes teorías de la física del siglo XX que, pese a los esfuerzos por reconciliarlas, permanecen separadas como agua y aceite. Por estas contribuciones Hawking fue reconocido como uno de los cosmólogos más importantes de su tiempo, por lo que ha recibido –entre otros- el premio Albert Einstein en 1978, el Wolf en 1988, el de Física Fundamental en 2013 o el Fronteras BBVA en 2015.




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